Libertad para Oscar López Rivera Y Ana Belén Montes

miércoles, 24 de febrero de 2016

Monarcas en vuelo y Oscar López Rivera

Por Arturo Massol Deyá 

Igual que la mariposa, hay que romper el cascarón. El aprisionamiento de Oscar López Rivera es una clara señal de castigo de un imperio que manifiesta su poderío antidemocrático contra un pueblo falto de soberanía.

Nace de un huevo de tamaño milimétrico. Al romper su aprisionamiento, la diminuta oruga monarca de cabeza negra y cuerpo transparente se alimentará inicialmente de su propio cascarón.

Luego seguirá insaciablemente comiendo hojas de la planta hospedera, donde su mamá depositó estratégicamente su huevo y la de sus hermanos.

Su crecimiento dependerá del clima, la temperatura y otros factores ambientales. Tras unas dos semanas y alcanzar una masa crítica de varios centímetros, la oruga adulta con vistosas rayas negras, blancas y amarillas buscará refugio bajo alguna hoja, rama o superficie alterna para envolverse en seda.

Esta etapa se conoce como crisálida y es aquí donde ocurrirá uno de los grandes milagros de la naturaleza: la ‘meta-morfé’.



Metamorfosis [más allá de la forma anterior] es el proceso en el que el tejido animal se reorganiza en una especie de sopa de la vida. Del interior de la crisálida saldrá, tiempo después, la mariposa adulta para primero estrechar sus alas.

Las dejará secar por unos minutos para entonces emprender vuelo libre en búsqueda de plantas con flores que provean su alimento. Su éxito está en aparearse, ser fecundada para luego depositar decenas de huevos, reiniciando así el ciclo de vida.

En Puerto Rico habitan sobre 102 especies de mariposas de coloraciones variadas con sus propios requisitos de vida. De esas, unas cinco especies y diez subespecies han sido reconocidas como endémicas o únicas de nuestra isla e islas adyacentes.

De las mariposas, la distintiva monarca ‘residente’, con sus alas negras y anaranjadas, quizás sea la más reconocida.

Pero más allá del proceso individual de este insecto, está el impresionante fenómeno colectivo de millones de monarcas residentes del norte de Estados Unidos y Canadá, que emigran a través de 4,500 kilómetros de distancia para llegar al centro de México.

Tras el anuncio del otoño, le tomará unas cuatro generaciones lograr su magno recorrido, año tras año. Para esto necesitarán encontrar en su trayectoria plantas hospederas (‘milkweeds’ o algodoncillos), así como alimento para las mariposas en vuelo.

Escapar del recio invierno norteño explica su necesidad migratoria. La monarca encuentra refugio en los bosques mexicanos de la zona de Michoacán a 2,800 metros sobre el nivel del mar.

Llegar allí requiere enfrentar diversos desafíos, desde depredadores naturales como sobrevivir zonas abusadas con plaguicidas o bosques destruidos a lo largo de sus corredores ecológicos.

Aún así, este pequeño insecto de alas frágiles vence la física para llegar a su refugio mexicano a la puesta de noviembre. Allí permanecerán hasta que el equinoccio de primavera marque la hora de retomar vuelo al Norte.

En ese ir y venir migratorio -cual mapa y brújula en mano- la maravilla ecológica de las monarcas es un fenómeno simplemente increíble de observar.

Tuve la fortuna de presenciarlo recientemente y, al conocerlo, la hija del prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera me escribiría: “Ahora comprendo por qué es el viaje soñado por mi Querido Viejo. Un viaje que soñó hacer juntos desde mi nacimiento”.

Las monarcas siguen libres y aguardan -al igual que la mayoría de este pueblo- su excarcelación. La tiranía contra un pueblo tiene muchas caras.

Hay que romper el cascarón. El aprisionamiento de Oscar es una clara señal de castigo de un imperio que manifiesta su poderío antidemocrático contra un pueblo falto de soberanía.

Con 34 años de prisión, desconozco su destino. Sin embargo, guardo la esperanza de que algún día este pueblo logre su excarcelación y pueda regresar.

Y desde aquí emprender su propia travesía que le lleve a conocer una naturaleza viva que no responde a leyes de imperio alguno.

(El autor es columnista de La Perla del Sur. Para conocer el ciclo de las mariposas puedes visitar el mariposario de Casa Pueblo en Adjuntas o a la profesora Marisol Dávila en el mariposario Tanamá en la UPR de Utuado).

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